31 de diciembre de 2010


un año más : un año menos

22 de diciembre de 2010

Aria

Se siente consolado. El aire está de tránsito en su cuerpo. Exteriormente le rodea en forma de “no yo”, impide que sea engullido por el entorno amenazante de más allá._
Se trata de aire, de oxígeno y nitrógeno, no de distancia._
En ciertos momentos la neutralidad protectora desaparece. Sigue sin ser distancia, pero lo es del mismo modo en que lo era antes (cambia el signo); deja de serlo porque estar desubicado no es un aquí pero no entiende de medidas. Un giro atemporal de 360° no es suficiente.

2 de diciembre de 2010

"La H de 15-45, considerada una sola estrella, tenía un extraño movimiento en su órbita, que resultó ser un par de gemelas, binarias, una estrella girando en torno a otra. Hablando de parejas cósmicas, parece que nuestra vía láctea tiene una doble importante. Así es. Somos arrastrados lentamente por una galaxia hermana, Andrómeda. E incluso más allá existe, un gran captom, un enorme grupo de galaxias que avanza lentamente hacia nuestro propio grupo, hacia un cariñoso abrazo gravitatorio. No lo olvidéis, el tango es cosa de dos.
He estado pensando en esa antigua adivinanza. ¿Cuál es el sonido de una mano que aplaude? Yo opino que ninguno. Si no hay dos manos no hay aplauso. Es muy simple. Estrellas, galaxias, aplausos. ¿Qué quiere decir? Quiere decir que todos necesitamos a alguien. Seas una constelación o un protón, un yin o un yan, todos relacionados con todos. Como Romeo y Julieta, las patatas fritas con carne, Tom y Jerry, Epy y Blas, el caballo y el vaquero, Marco Antonio y Cleopatra."

(Chris Stevens desde la K-OSO, Doctor en Alaska)

27 de noviembre de 2010

memorias

22 de noviembre de 2010

benedetta paura...il passato è passato, non c'è più...quindi il tremolino alle gambe deve essere venuto da più avanti...

13 de octubre de 2010

12 de octubre de 2010

Somos monstruos

que olvidan...olvidan y olvidan. Monstruos insensibles.

26 de septiembre de 2010

5 de septiembre de 2010


Un tú me preguntó que por qué aceptamos la eternidad en el futuro y nos cuesta tanto creer en la del pasado...un yo sólo sabe contestar con que el futuro no le pide explicaciones...será?

24 de agosto de 2010

23 de agosto de 2010

Somos puros

Y mientras tanto, si nos ganan algunas situaciones, que sean las buenas.

16 de agosto de 2010

14 de agosto de 2010

10 de agosto de 2010

El médico portugués que dejó de ser anónimo

Hablaba de rincones secretos de Lisboa, y secretamente trataba de ponerle profesión a la longitud de mis dedos. Esta vez me preocupaba cómo pudiera llamarse; algunos nombres portugueses me resultan indigeribles.

13 de mayo de 2010

16 de abril de 2010

31 de marzo de 2010

mi primera luna llena :) :)

30 de marzo de 2010

Empiezo a desmanifestar que cierto tipo de irreacciones no van conmigo.

22 de marzo de 2010

5 de marzo de 2010


“En un país asolado por los incendios forestales, la contaminación de las aguas, la desprotección de los ecosistemas, la caza abusiva y la urbanización desmadrada, no parece que la abolición de las corridas de toros sea la más urgente de las tareas que se nos plantean a cuantos amamos la naturaleza.

Sin embargo, hay problemas que conviene atajar no sólo por su gravedad sustantiva, sino por su valor emblemático. Si el enfermo acude a la consulta con un trozo de mierda en su mejilla, conviene que el médico le recomiende que empiece por lavarse la cara.
Desde la Baja Edad Media hasta principios del siglo XVIII toda Europa era sucia, chabacana, supersticiosa y cruel. Las calles estaban llenas de excrementos; las pestes y epidemias diezmaban la población, y las matanzas, torturas y mutilaciones estaban a la orden del día. Las ejecuciones públicas y las quemas de herejes o sediciosos eran los espectáculos más populares. Aunque menos multitudinaria, también la tortura de osos, toros, perros, gallos y otros animales tenían su público soez y apasionado.

Esa Europa negra dejó de serlo gracias al esfuerzo de racionalización de las ideas y suavización de las costumbres que fue la Ilustración. La España negra posterior es el resultado de haber carecido de Ilustración en nuestra historia.

El adjetivo castellano cruel viene del latín crudelis, que a su vez procede de cruor (sangre derramada). Crudelis es el sanguinario, el que hiere hasta verter sangre, o el que se complace viendo cómo la sangre brota de las heridas. En este sentido literal de la palabra, eran crueles los espectadores del circo romano, que se complacían viendo derramarse la sangre de animales y gladiadores.

Su crueldad contrastaba con la sensibilidad más refinada y suave de los griegos clásicos, aficionados al atletismo y al teatro de ideas.

En la España del siglo XVII los nobles aburridos entretenían sus ocios alanceando los toros a caballo. El pueblo llano los torturaba a pie. En el Alcázar de Madrid se laceraba y acribillaba a los toros hasta que éstos, desesperados, se lanzaban por un portillo abierto al precipicio posterior, en el que caían y se estrellaban, destrozándose y saltando sus miembros y vísceras por el aire, con gran regocijo de una corte grosera que miraba y aplaudía.

De todos modos -y en contra de lo que ciertos antropólogos de vía estrecha quisieran hacemos creer- la crueldad no era ni es una originalidad étnica o racial de los españoles, sino una característica común a la Europa preilustrada.

En Inglaterra, por ejemplo, las fiestas de toros no eran menos crueles que en España. Como Vicky Moore ha documentado recientemente, desde el siglo XII hasta el XVIII eran frecuentes los espectáculos de bull-baiting, en los que el toro era hostigado, acribillado, atado y mordido por perros especialmente amaestrados.

Esta fiesta se celebraba en un bull-ring o plaza de toros circular, con los espectadores situados en gradas alrededor. También había bull-runnings, comparables a los encierros de San Fermín y a las torturas callejeras de toros al estilo de Coria. En Stamford (en Lincolnshire) se celebraron hasta bien entrado el siglo XIX.

También eran populares las corridas de osos (bear-baitings), aunque mucho menos frecuentes que las de toros, pues los osos eran más raros, caros y difíciles de conseguir. La actual sensibilidad de los ingleses por los animales no es ninguna virtud racial, sino el resultado de un largo proceso de aprendizaje intelectual y moral. No en vano fue Inglaterra la cuna del pensamiento ilustrado, que desde el siglo XVIII inició una reacción contra todo tipo de tortura.

Como ya señalaba el gran filósofo Jeremy Bentham en su obra clásica Los principios de la moral y la legislación, los intereses de los animales son también objeto de preocupación ética y jurídica, pues la pregunta esencial no es si son capaces de hablar, sino si son capaces de sufrir. Las ideas ilustradas se fueron imponiendo poco a poco.

Los espectáculos basados en la crueldad fueron prohibidos en toda Inglaterra en el siglo XIX.

A partir del siglo XVII se inició lo que Ortega y Gasset llamó la tibetización de España, es decir, el aislamiento de nuestro país de los vientos ilustrados que soplan en el resto de Europa. No sólo seguíamos haciendo filosofía escolástica ramplona, y no participábamos en la gran aventura de la ciencia moderna, sino que tampoco la nueva sensibilidad moral hacía mella entre nosotros. En esa España sumida en el oscurantismo y la chabacanería fue extendiéndose y estilizándose la variedad plebeya (a pie) de la tortura pública de los toros, hasta dar lugar a la actual corrida, con su insultante cursilería, sus gestos amanerados y, sobre todo, su abyecta y anacrónica crueldad.

Ya antes de salir del toril, el toro es sometido a todo tipo de mortificaciones en sus cuernos, ojos, piernas y testículos. A continuación, y ya en el ruedo, los picadores lo atacan con la pica hasta cortarles los músculos del cuello y destrozarlo por dentro. El inocente animal, chorreando sangre, y reventado de dolor, debe todavía someterse al lento suplicio de las banderillas. La espada del matador acaba de inundar de sangre sus pulmones. La puntilla es el único momento de piedad en todo ese esperpento sádico, atroz para el toro que lo sufre, y degradante para la embotada sensibilidad del aficionado que lo contempla.

Afortunadamente, y aunque sea con retraso, España se está incorporando ahora al carro europeo y haciendo suyos los valores de la Ilustración. Sin embargo, la España negra todavía colea, y todavía encuentra intelectuales casticistas dispuestos a jalear todo lo más cutre y cruel de la tradición carpetovetónica en nombre de un nacionalismo trasnochado y hortera, defendido con chulería numantina frente a las críticas del resto del mundo, rechazadas como presuntos atentados a nuestro sacrosanto patrimonio étnico-cultural, aunque ya vimos que la crueldad con los toros no tiene nada de específicamente hispano, y sí mucho de simplemente rancio, atrasado y anacrónico.

Ya no hay quien pare la decadencia de la España negra, aunque el cerrar filas de los castizos en su defensa pueda frenar el proceso.

El debate está servido, y sólo tiene una salida racional: la abolición de esas bolsas de crueldad -en expresión de Ferrater Mora- que son las corridas de toros, y la transformación de las dehesas ganaderas en parques naturales.

El municipio de Tossa de Mar ya prohibió las corridas. La Comunidad de Canarias también las ha prohibido. En el Parlamento Europeo el tema está planteado. Esperemos que sean los parlamentarios españoles los que propugnen la abolición de este emblema de la España negra.

En definitiva, somos españoles los que cargamos con la vergüenza colectiva de llevar ese trozo de mierda en la cara, y somos nosotros los que más interés deberíamos tener en limpiárnoslo."

Jesús Mosterín
Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Barcelona
Artículo publicado en septiembre de 1991 en “El País”

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     "Desde un punto de vista moral, nada es tan deleznable como la tortura, el dolor atroz infligido de un modo intencional e innecesario. El no ser torturado constituye el único derecho humano al que la declaración de la ONU no reconoce excepciones y el derecho animal que más adhesión suscita. El hacer de la tortura pública de pacíficos rumiantes un espectáculo de la crueldad, autorizado y presidido por la autoridad gubernativa, es una anomalía moral con la que hemos de acabar ya. Hay que felicitar al Ayuntamiento de Barcelona por haberse declarado en contra de la continuación de las corridas de toros. Hace años que se le había adelantado Tossa de Mar en esta postura, pero obviamente el peso específico de Barcelona es mucho mayor, aunque no lo suficiente como para prohibir las corridas, que es el lógico paso siguiente. La pelota está ahora en la Generalitat, que es la que tiene las competencias para acabar de una vez con esta lacra.    

     La tortura pública de animales humanos (brujas, herejes, delincuentes, adversarios) y no humanos (toros, osos, perros, gallos) fue habitual en Europa hasta el siglo XVIII. En España, durante ese siglo, la diversión aristocrática de alancear los toros a caballo fue siendo sustituida por la variedad plebeya o a pie del toreo. A principios del siglo XIX, mientras prácticas similares se prohibían en otros países, el absolutista Fernando VII creó las escuelas taurinas y promovió la tauromaquia que ahora conocemos. La primera plaza de toros fija de Barcelona, El Torín, con capacidad para 13.000 espectadores, fue edificada en la Barceloneta en 1834.
    
     Al año siguiente, en 1835, el grosero público asistente, borracho y descontento por la mala calidad de la corrida, salió a la calle y se dedicó a quemar todos los conventos e iglesias de Barcelona, con la consiguiente pérdida de patrimonio artístico. Desde Balmes hasta Ferrater Mora, los pensadores catalanes se han opuesto a esta bárbara costumbre. Hoy en día, según las encuestas, la mayoría de los catalanes son partidarios de su abolición.

     En 1988 el Parlament de Catalunya aprobó una pionera pero inconsistente ley de Protección de los Animales. Si, por un lado, “se prohíbe el uso de animales en espectáculos,… si ello puede ocasionarles sufrimiento”, por otro “quedan excluidas de forma expresa de dicha prohibición” las corridas de toros allí donde sean tradicionales, es decir, donde haya construidas plazas de toros, aunque no se autoriza la construcción de otras nuevas.

     La tradición puede explicar sociológicamente la existencia de ciertas costumbres en un grupo social determinado, pero la tradición tiene valor nulo como justificación ética de nada. Las salvajadas más execrables son tradicionales allí donde se practican. La buena intención de ir acabando con la barbaridad taurina era evidente, pero la marrullería política y el miedo a perder algunos votos acabó produciendo una ley contradictoria, aunque no del todo inútil, como mostró el caso Távora.
   
     La Generalitat de Catalunya, en aplicación de su norma vigente, había prohibido la pretensión de Salvador Távora de introducir el rejoneo, lidia y muerte de un toro en medio de la representación de la ópera “Carmen” en Barcelona. Los tribunales, incluyendo el Supremo en el 2003, condenaron a la Generalitat a pagar una indemnización multimillonaria a Távora, basándose en la presunta defensa de la libertad de expresión artística. Con ello la falta de lógica, la crasa incomprensión de lo que es el arte, la carencia de sensibilidad y el total desprecio por el sufrimiento de los animales condujeron a un esperpento judicial.
   
     Como señalaba Antonio Machado por boca de su alias Juan de Mairena, el arte es representación, ficción, y por eso el toreo no es arte. La corrida no es “un arte, puesto que nada hay en ella de ficticio o imaginado”. Al final de la ópera “Carmen”, Escamillo torea y don José apuñala a Carmen. Naturalmente, la muerte del toro y la muerte de Carmen son ficciones. El arte es ficción y la ópera es arte. Matar a un toro en el escenario no es arte, como tampoco lo sería matar a la actriz que interpreta el papel de Carmen. Sólo un artista mediocre y sin imaginación puede confundir la representación ficticia o artística del dolor y la muerte con la cosa misma. La libertad artística es la libertad de crear ficciones y no tiene nada que ver con la libertad de torturar y matar de verdad.
    
     En el 2003 el Parlament de Catalunya renovó por completo la ley de Protección de los Animales, pero siguió sin atreverse a salir de la contradicción en lo referente a la tauromaquia. Ahora que el Ayuntamiento de Barcelona ha movido ficha, es de esperar que la Generalitat tome cartas en el asunto y que en un futuro próximo tengamos una ley consistente de protección de los animales. Las ciudades y los países son grandes y suscitan admiración por su contribución al progreso y a los valores universales, no por aferrarse a lo propio, peculiar y castizo. Abolir las corridas de toros en Catalunya es uno de los mayores favores que Catalunya puede hacer a España entera, colocándose así en una posición de vanguardia espiritual y señalando el camino que los demás sin duda acabarán siguiendo.
   
     Soy partidario de la máxima libertad en todas las interacciones voluntarias (comerciales, lingüísticas, sexuales, etcétera) entre ciudadanos. Soy contrario a todo prohibicionismo, excepto en los casos extremos, como la violación de niños o la tortura de animales. Pero es que las corridas de toros son un caso extremo. Por muy liberales que seamos, si no tenemos completamente embotada nuestra sensibilidad moral y nuestra capacidad de compasión, tenemos que exigir el final de tal salvajada. De hecho, en todos los países con un mínimo de tradición liberal están prohibidas desde el siglo XIX.

     Además de su cursilería estética y de su abyección moral, toda la huera y relamida retórica taurina se basa en una sarta de mitos y falsedades incompatibles con la ciencia más elemental.
   
     No, el toro de lidia no constituye una especie aparte, sino que pertenece a la misma especie y subespecie (“Bos primigenius taurus”) que el resto de los toros, bueyes y vacas, aunque no haya sido sometido a los extremos de selección artificial que han sufrido algunas variedades, por lo que conserva un aspecto relativamente parecido al del toro salvaje. No, el llamado toro bravo no es bravo, no es una fiera agresiva, sino un apacible rumiante, más proclive a la huida que al ataque. Dos no pelean si uno no quiere, y el toro nunca quiere pelear. Como la corrida de toros es un simulacro de combate y los toros no quieren combatir, el espectáculo taurino resultaría imposible, a no ser por toda la panoplia de torturas (el doble arpón de la divisa, la tremenda garrocha del picador, las banderillas sobre las heridas que manan sangre a borbotones) a las que se somete al pacífico bovino, a fin de irritarlo, lacerarlo y volverlo loco de dolor, a ver si de una vez se decide a pelear: a pesar de los terribles puyazos que sufren en la corrida, con frecuencia los toros se quedan quietos y “no cumplen” con las expectativas del público. El actual reglamento taurino prevé que se empleen entonces banderillas negras o “de castigo” con arpones todavía más lacerantes para castigar aún más al pobre bovino, “culpable” de mansedumbre y de no simular ser el animal feroz que no es.”

Jesús Mosterín
Catedrático de Filosofía de la Ciencia de la Universitat de Barcelona
Artículo publicado en abril de 2004 en "La Vanguardia"
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3 de Marzo de 2010. Primera Jornada de comparecencias en el Parlamento Catalán de la iniciativa para prohibir los toros en Cataluña.

Joselito (torero): "Hablamos de sentimientos, tradición, cultura y valores. El toreo es un espectáculo de pasión, de vida y de muerte, de respeto. Yo soy diestro, y respeto a los animales. Somos gente pacífica". "El toro de Lidia es el animal más hermoso del mundo, el mejor tratado, que desaparecería si se cerraran las plazas".
Jesús Mosterín (filósofo): “A los países que no somos africanos, nos escandaliza que se corte el clítoris a las mujeres. Y a todos los que no son de España, Francia o México les escandaliza que se siga haciendo un espectáculo público del sufrimiento de los animales. Es cierto que las corridas de toros son tradicionales. Pero es que en España, por ejemplo, ahora se están tomando medidas para combatir el maltrato a las mujeres. El maltrato a las mujeres es todavía mucho más tradicional que las corridas de toros.  También son tradición los secuestrados en Colombia o en Palermo. Es decir, todas las salvajadas y barbaridades del mundo son tradicionales allí donde se practican”.


4 de marzo de 2010

El gobierno de la Comunidad de Madrid comunica que abrirá un expediente para declarar las corridas de toros "Bien de Interés Cultural".
Esperanza Aguirre: "Los toros son un arte".

     En el mismo día, uno de los titulares ha sido la condena por parte de PP, PSOE y diversos grupos feministas, de la  comparación que Jesús Mosterín hizo entre las corridas de toros y el maltrato a la mujer o la ablación. Debo tener un razonamiento atípico, porque yo deduje que había hecho un símil entre el carácter, por desgracia tradicional, de los hechos mencionados (aunque uno se celebre "sólo" algunos sábados y domingos, y los otros cualquier día).
     Mientras sus declaraciones creen más polémica que decir que "los toros son un arte" o que implican sentimientos y valores, seguiremos con el trozo de mierda en la mejilla.

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3 de marzo, Primera Jornada de comparecencias Parlamento Catalán

Rafael Luna (en respuesta a las declaraciones de Jesús Mosterín): "Usted no es nadie para venir aquí a dar clases de moralidad y de ética. Usted acaba de insultar a un montón de catalanes, llamándoles salvajes y poco éticos".
Jesús Mosterín: "Hay que evitar insultar a los catalanes y  a los españoles identificándoles con una barbaridad tan execrable como las corridas de toros".

26 de febrero de 2010

sirena vuelve al mar!!

13 de enero de 2010