
(...)
Los lobos acechaban entre los árboles. Sus ojos blancos brillaban, al igual que sus colmillos. El resto del cuerpo chorreaba oscuridad.
Humo..humo...se desplaza suave, intenso...se retarda un instante para sentirse a sí mismo, para dejarme observarlo, sentirlo.
Pasea entre campos labrados. Se lanza como si se tratase del trampolín. La tierra parece absorberlo sin rozarlo, cubrirlo a modo de alfombra.
El cristal desgarra su piel. El dolor le eleva a la locura...
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