19 de agosto de 2007

Lo que no se aprende

Tropezar dos veces en la misma piedra. El hombre siempre es el más, el menos o el único en algo. Y yo que no me lo creo. Recuerdo a Mafalda relatándole todo lo feo del mundo exterior a una mosca, que no deja de darse golpes contra el cristal, para que cese en su empeño por escapar.

Igualitos que las moscas. El dolor de cabeza era tan intenso que pudo más el amor propio que la cabezonería, y ya es decir. De nada vale darse cuenta antes o después, si no es para tener más o menos fuerzas para volver a equivocarse.

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